jueves, 4 de diciembre de 2014

[relato] Vuelo

Despuntaba el sol. Mamá había ido a buscar comida para mis hermanos y para mi. Todas las mañanas era lo mismo, y entonces, llegaba el recuerdo. Papá había muerto hacia unos días, un gran águila se lo había llevado en sus garras para alimentar a sus polluelos, seguramente. Yo no conseguía olvidarme de él, sus arrullos, sus lecciones... Nos quedaba muy poco para aprender a volar.
Mamá volvió a mediodía con cuatro gusanos en el pico. Los devoramos enseguida y comenzamos a prácticar el vuelo. Mamá no era tan buena maestra como papá pero íbamos avanzando poco a poco. Un salto, dos, al tercero mis alas comenzaron a responder a mis deseos, conseguí volar. La emoción me enbargaba pero algo oscuro crecía en mi cerebro.
Después de unos días de vuelo cerca del nido todos habíamos aprendido a volar. Mamá ya no nos buscaba comida y nos pasábamos el día buscando nuestra comida preferida, gusanos. Hacia la salida del bosque encontré tres, me los comí, entonces lo vi. Un gran río gris de piedra se extendía hasta perderse de vista. Lo inspeccioné y vi que extraños animales lo cruzaban a toda velocidad y esa parte oscura de mi cerebro se activó. Me lancé en picado contra el más grande que vi y, fiuuum, casi me come. Esquivé por poco su gran ojo. Mi corazón latía con fuerza inusitada. Todo mi cuerpo latía a gran velocidad y lo volví a intentar. Fiuuum, fiuuum, fiuuum. Siempre los esquivaba por poco y cada vez me gustaba más.

Después de veintisiete intentos el gorrión fue atropellado, dejando su corazón esparcido por la carretera, latiendo.

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